El contacto y el calor son dos características que Explorando Patrimonios ha cimentado a lo largo de los años a través de sus acciones, espacios y actores. Al unísono su metodología se desarrolla tanto en el Museo Nacional de Colombia, como en la entidad educativa de donde proviene nuestro público. Sin embargo, en nuestra última vigencia la pregunta por cómo llevar a cabo un proyecto de carácter presencial fuerte en pleno contexto de aislamiento social saltó a la mesa de trabajo.
Pronto nuestro equipo de mediadores ideó un plan para responder a dicha cuestión y, teniendo en cuenta al Paisaje urbano como tema de la última edición, surgió el material didáctico Una Aventura por la Ciudad, una nueva manera de trabajar entre todos. Su planteamiento se basa en los viajes que realizaron nuestros mediadores por la ciudad tratando de responder a la pregunta sobre cómo vivir nuestro patrimonio urbano desde nuestros distintos lugares. Entre cartillas, personajes y actividades, hay un reto que inaugura el material y es el Talismán: un patrimonio personal que los niños, profesores o mediadores identifican desde sus hogares. Así, se convierte en un símbolo que nos permite relatar nuestras historias de vida y construir patrimonio desde casa a partir del vínculo emocional y material.
Este fue un elemento clave para la vigencia décima de Explorando Patrimonios. Fue el empalme para las estrategias virtuales y el encuentro excepcional con la Fundación Buena Semilla, en donde se crearon lazos de solidaridad y de cuidado con los entornos naturales, las personas y los lugares comunes del barrio Egipto.
Las emociones, nuestros objetos cercanos, nuestra casa común se reúnen en los relatos que hacemos de nosotros mismos, una experiencia que el programa consolidó a pesar de las distancias y las limitaciones. Una vigencia extraordinaria hecha a partir de encuentros extraordinarios.